• Financiarse en 2013

Llegados al punto en el que nos encontramos, no es ningún secreto que la financiación, tanto a empresas como a familias, prácticamente no existe. Es complicado conseguir un crédito para la adquisición de un vehículo, una reforma, y no digamos ya una hipoteca. Por lo visto parece que desde que estalló la crisis subprime, la palabra hipoteca se ha convertido en tabú, un término demonizado. Eso si, aquel privilegiado que pueda acceder a una hipoteca, lo hará asumiendo un diferencial que nada tiene que ver con los conocidos hasta la fecha. Este aspecto debería contemplarse con especial atención, ya que en un futuro, cuando los índices a los que se referencian los tipos asciendan, probablemente el interés se dispare y las cuotas a pagar no se asemejen en nada a las pagadas en un principio. Tengamos en cuenta que el euribor se encuentra en mínimos históricos.

En el ámbito empresarial, las sociedades están encontrando verdaderos problemas para financiar tanto inversiones como circulante. Aquellas que tienen una trayectoria dilatada, pueden seguir haciendo uso de sus medios de cobro y pago habituales, quizás a precios algo más elevados que en otras épocas, pero algo tan sencillo como la emisión de recibos  (Norma 19) es una auténtica utopía para las empresas de reciente creación. A estas nuevas empresas se les llegan a solicitar garantías por importe equivalente al del total de la línea contratada, algo sencillamente desorbitado e inviable para una empresa que comienza su andadura. El descuento de papel es otro de los instrumentos de financiación que tiende a su desaparición, lamentablemente, ya que el pagaré es un documento con una gran fuerza ejecutiva. Las pólizas de crédito en muchos casos tienden a ser prestamizadas llegado el momento de su renovación.

¿Qué es lo que el banco nos solicita actualmente para considerar la aprobación de operaciones como las expuestas anteriormente? Garantías. Y cada vez en mayor proporción e incluso de tipo personal. La asunción de riesgos por parte del banco es nula, y hoy las entidades bancarias tan solo mueven ficha en favor de empresas que ofrezcan plenas garantías y un riesgo casi inexistente. Esto supone un verdadero conflicto de sentido en el fin de las operaciones, puesto que una sociedad saneada, rentable y con una buena posición de tesorería será la que menos precise de financiación de circulante, sin embargo, tendrá posibilidad de hacerlo mientras que una sociedad que tenga verdaderos problemas de liquidez y necesite financiación de circulante para subsistir, estará abocada a la extinción.

Este es el panorama actual en lo que respecta a la financiación en el momento actual, pero, ¿Cuál es la previsión para un futuro?. Empeoramiento, claramente. El mapa bancario ha sufrido una gran reestructuración, y la inmensa cantidad de entidades financieras se verá reducida hasta un número determinado de grandes bancos, quizás 6 ó 7, sino menos. Este pool formará una nueva oligarquía financiera en la que se establecerán precios cerrados con unas posibilidades de negociación mucho más duras, entre otros casos debido a la ausencia de una mayor oferta. En otras palabras, no podremos remitirnos a muchas más opciones de las existentes, con lo cual perderemos una gran capacidad de maniobra a la hora de conseguir mejores precios para nuestras operaciones.

 

Las reglas del juego están cambiando, y hay que adaptarse o morir. Hoy todo cuesta mucho más, conseguir nueva financiación o mantener la financiación existente. Por ello, nuestros bancos nos solicitan más información que nunca, y lo que es más importante, otro tipo de información. Todos hemos tenido que replantearnos nuestros sistemas de riesgos y de información para el análisis de los mismos, y los bancos no han sido menos. El balance de situación, es un documento extinto. Un claro ejemplo de maquillaje y cirujía contable, una ocasión para el lucimiento del contable que transforma pérdidas en beneficios, o beneficios en un resultado aceptable. Existencias, amortizaciones, provisiones, reclasificaciones, cambios de criterio, periodificaciones, un gran número de herramientas para convertir la imagen de la empresa, en una caricatura que nada tiene que ver con la sociedad a la que representa. Es por ello que el banco nos solicitará informes de cash flow. Lo que el banco analiza en esta época es nuestra capacidad para generar cash. Todo lo demás le sobra. Obviamente cruzará los datos facilitados con los modelos tributarios presentados para dar fe de la veracidad de los informes presentados, pero esa es la mejor forma de analizar la capacidad de retorno de los capitales prestados. Actualmente no basta con pasar al banco la típica cuenta de pérdidas y ganancias y nuestro balance de situación. De hacerlo, se deberá acompañar con un informe de cash-flow ó EBITDA, además de una serie de indicadores o ratios que den información ampliada del estado de nuestras cuentas. Actuando de este modo, tendremos más opciones de optar a la financiación solicitada, además de ofrecer una imagen mucho más profesional.

Es inevitable tener que recurrir a los bancos puesto que por los productos utilizados y la tecnología relacionada, son elementos necesarios para nosotros, sin embargo, viendo el panorama actual y sobretodo el que se avecina, la estrategia ideal para sufrir en menor medida los efectos de esta nueva oligarquía es reducir, siempre en la medida de lo posible, el apalancamiento financiero y utilizar otras vías de financiación, como puedan ser los plazos medios de cobro y pago (clientes y proveedores) y algo que cobra una nueva dimensión en estos días, la tesorería disponible, mediante una potenciación de la eficiencia de nuestros flujos de caja.

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