• ¿Seguimos pensando que lo útil es el control y la máxima productividad?

A mediados de la década de los 90 sucedió un hecho que cambió radicalmente el mundo de los negocios y explica los problemas que tienen las empresas para crecer y competir a día de hoy. No es la crisis, como muchos creen. La crisis es algo que desaparecerá algún día (ojalá que pronto, eso sí). Lo que ha pasado, es que a nivel agregado mundial, la oferta de productos por parte de las empresas superó la curva de demanda agregada de los consumidores, cosa que antes nunca había sucedido (en los años 90). Y esto marca un antes y un después.

 

Antes, cuando había mucha demanda para poca oferta, el objetivo de las empresas era aumentar su producción para abastecer al mercado. Lo importante era la tecnología eficiente y las personas al servicio de las máquinas, dando su máxima productividad. Funcionaban los métodos de trabajo estandarizados y «mecánicos», como los propuestos por Taylor, Fayol, etc. Funcionaban los jefes, que enseñaban a hacer las cosas y controlaban que se hiciera todo conforme a los estándares planteados por la dirección. “El que se salía del guión, castigado”. Y digo que todo esto funcionaba porque el objetivo era producir, producir, producir… (insisto: para abastecer una alta demanda).

 

Ahora; estamos en el momento contrario. Se produce más de lo que se necesita. No hay más que ver la gran cantidad de alternativas que tenemos los compradores para cualquier cosa que necesitemos. Y cuando el objetivo ya no es «producir» sino «seducir» (al consumidor), los planteamientos del pasado dejan de ser útiles. Ahora necesitamos personas, no máquinas. Las personas son las que deben seducir al consumidor, proponiendo ideas que se constituyan en propuestas de valor diferenciales. Necesitamos personas con talento, con creatividad, con imaginación, con iniciativa, con valor, con pasión,…etc, personas que propongan innovaciones. De ellas depende que una organización se diferencie de las otras. Y esto me lleva al origen de mi disertación: ¿creemos que las personas de ahora deben gestionarse como las de antes? ¿Seguimos pensando que lo útil es el control y la máxima productividad?.

Lo interesante hoy es la capacidad intelectual de todas y cada una de las personas que integran la empresa, estén en la posición que estén. Pero el problema radica en que, para que las personas cooperen y nos den ideas, tienen que estar muy motivadas. Lo que funciona ahora es la gestión de las emociones, y no el látigo y el «tienes que…, que para eso te pago».

La motivación de las personas se consigue de dos modos: directamente, actuando sobre ellas de modo «emocional» (algo que muchos tienen que aprender) e indirectamente a través de la mejora del entorno de trabajo (flexibilidad, conciliación de horarios, puestos de trabajo que generen desarrollo y satisfacción, etc).

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