• ¿Renting o Leasing?

En la actual situación, con las dificultades que ponen las entidades financieras para conceder un crédito, lo más prudente es mantener la liquidez: puede ser una baza muy útil para negociar con el banco en el momento en que realmente sea necesario.

Lo primero, hacer cálculos

Para las empresas que basan su actividad en una flota de vehículos, la inversión dirigida a aumentar o renovar el parque móvil resulta imprescindible por definición, aunque eso no quiere decir que sea fácil asumirla.

La mejor forma de tomar la decisión es revisar el plan de empresa, comprobar el estado de tesorería y hacer cálculos. Y si finalmente parece importante invertir, habrá que buscar una opción que evite grandes desembolsos y no suponga una carga en el balance.

En bienes como los vehículos, que pierden valor con gran rapidez y tienen una amortización lenta, la opción de comprar, ya sea al contado o a plazos, resulta cada vez menos atractiva frente a alternativas como el renting y el leasing, más beneficiosas desde el punto de vista contable y fiscal. Se trata de dos fórmulas muy distintas, pero que buscan el mismo objetivo: facilitar el uso del vehículo evitando el gran desembolso inicial, suavizando los pagos parciales y ofreciendo importantes desgravaciones.

Por qué el renting

Es un alquiler enriquecido con servicios. Por el pago de una cuota mensual fija, se puede disfrutar de un vehículo nuevo y olvidar todos los gastos y gestiones que conlleva: impuestos, permisos, seguro, revisiones oficiales, reparaciones, cambio de piezas,… Las compañías que ofrecen el renting (entidades bancarias, fabricantes de vehículos y aseguradoras) se encargan tanto de pagar como de gestionar todos estos servicios básicos, y cuentan también con una larga lista de prestaciones extras, pensadas para adaptarse a las necesidades de sus clientes.

Éste producto permite obtener interesantes deducciones de impuestos, pero más allá de la ingeniería fiscal, se suman otras ventajas intangibles que en la actual situación de crisis cobran mayor importancia:

1.- Planificación: Con ésta fórmula, “se paga por el uso, no por la propiedad, que queda obsoleta”, con la ventaja de que la cuota fija permite “planificar los gastos al año, por cada vehículo: se sabe a priori cuánto se va a gastar”.

2.- Externalizar gestiones: “En estos momentos, lo que necesitan el autónomo y el gestor de una pyme es centrarse en salir de la crisis y no en la gestión de los vehículos. Los clientes demandan servicios más complejos para desentenderse de estas tareas rutinarias”.

3.- Flexibilidad: Adaptarse a cada cliente. El renting resulta rentable desde el primer vehículo.

¿Y el leasing?

Se trata de un arrendamiento financiero con opción de compra por el cual el arrendatario va pagando cuotas mensuales. Al final del plazo, tiene la posibilidad de quedarse con el vehículo o devolverlo.

Al igual que el renting, la financiación por leasing está bonificada con interesantes ventajas fiscales en forma de deducciones y aceleración de los plazos de amortización del bien.

En tiempos de crisis económica y financiera, importan más otros aspectos:

1.- Facilidad para pagar: “El leasing siempre ha sido el producto preferido por las pymes”. En general, el 30% de todas las inversiones de las Pymes se realiza por ésta modalidad, sobre todo porque puede ofrecer financiación del 100%, a plazo muy largo y permite el fraccionamiento del IVA”. Estas características hacen que el leasing sea “el producto financiero más oportuno en éste momento”.

2.- Voluntad de financiación: se está desarrollando una “política activa dirigida a fomentar el mercado llamando a los clientes para ofrecerles la renovación y animarles a mejorar sus equipamientos”.

3.- Ayuda pública: Se puede solicitar una línea de financiación del ICO para contratar un leasing, con lo que las condiciones serán mejores.

Los beneficios fiscales…si eres autónomo

Siempre que el vehículo contratado se destine a actividades empresariales o profesionales, ya que si es de uso particular, no se puede optar a las desgravaciones fiscales. En clave positiva, las desgravaciones de las cuotas de renting y leasing se realizan sobre el IVA y el IRPF, en lugar del IS. El renting y el leasing ofrecen muchas prebendas fiscales, pero hay que tener en cuenta que son bastante caros. En realidad, están pensados para empresarios que tengan un buen beneficio y un buen cash-flow. Por eso, hay que comprobar que la capacidad de desgravación que ofrecen compense el precio. “Si no hay suficiente beneficio para desgravar, desde el punto de vista fiscal, podría ser mejor la posibilidad de comprar el activo.

Requisitos: Los criterios que exigen las compañías de renting y leasing para llevar a cabo la contratación son iguales para las pymes y autónomos: viabilidad y solvencia.

Dos fórmulas con diferente fiscalidad

Ambas fórmulas tienen características diferentes, que las harán más útiles en unos casos que en otros, por lo que es necesario hacer esos cálculos previos para obtener conclusiones.

En primer lugar, habría que prever el uso que se dará al vehículo y contrastarlo con su pérdida de valor. “El renting tiene por objetivo cambiar de vehiculo cada 3 o 4 años: una vez terminado el plazo de alquiler, lo normal es devolverlo y firmar un nuevo contrato, con un nuevo vehículo. Así, siempre se contará con la última tecnología, lo que se traduce en automóviles más seguros y más eficientes con el medio ambiente”.

Por el contrario, si lo que se pretende es obtener el vehículo en propiedad, la mejor alternativa es el leasing. Aquí también se puede valorar el kilometraje que se vaya a realizar: si es reducido, habrá menos desgaste y la vida útil se alargará. En el caso de que se piense mantener el coche 5 o 6 años, resultará más interesante el leasing.

Por otra parte, habrá que tener en cuenta el coste, que será la diferencia entre el precio y las desgravaciones fiscales que permite.

El renting es un gasto deducible directo que no se incorpora al activo del balance y el leasing se contabiliza como activo material, con la particularidad de que permite deducirse la amortización a mayor velocidad. Por tanto, las dos fórmulas son mejores fiscalmente que la compra.

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