• Adaptarse o desaparecer

Los profundos cambios del entorno y la velocidad con que se suceden nos obligan a adaptar permanentemente nuestra forma de pensar y de gestionar nuestros negocios; la otra alternativa que nos deja es desaparecer. El mejor camino para conseguir cambiar a la mayor velocidad es adquiriendo continuamente nuevos conocimientos y aplicando nuevas técnicas de gestión empresarial que oriente la organización a una filosofía de adaptación continua.

Todos o, mejor dicho, casi todos compartimos los deseos de salir lo antes posible de la difícil situación socioeconómica que estamos padeciendo, e intentamos vislumbrar cualquier señal, por pequeña que sea, que nos haga percibir un cercano cambio de situación para así alentarnos a seguir luchando.

Pero la realidad es muy distinta, después de cuatro largos años de crisis con su esfuerzo, sacrificio y sufrimiento, las últimas perspectivas económicas nos anuncian que aún no hemos tocado fondo y que la recuperación, cuando llegue, será muy lenta. Este mensaje no pretende dar una visión pesimista de la situación actual y futura, sino una visión realista para saber a que nos enfrentamos y poder tomar la mejor decisión posible para ser capaces de superar los retos que continuamente se nos plantean. Decir lo contrario es alentar falsas expectativas que llevarán a tomar decisiones sobre ellas, que de seguro no serán acertadas.

La crisis ha provocado un antes y un después. El entorno de hoy nada tiene que ver con el anterior, los mercados piensan y actúan de forma diferente y este nuevo escenario sólo nos deja dos salidas: adaptarse a él o desaparecer. Aplicando a las empresas la máxima de Darwin sobre que “no son los más fuertes e inteligentes los que sobreviven sino los que mejor se adaptan a su entorno”, podemos afirmar que sólo continuarán en el mercado las empresas que hayan creado o creen una filosofía de adaptación continua al entorno, no las más grandes ni las que tengan mayores recursos si estos no están orientadas a dicho fin.

La labor de adaptar al nuevo entorno la forma de gestionar las economías familiares, empresariales y de las instituciones públicas no es fácil, ya que ello implica un cambio previo de mentalidad, claro está que la dificultad es evidente, pero también es evidente que muchos lo han logrado ¿porqué no otros? Dice el refrán que “querer es poder”, me refiero a que muchos tienen el deseo de cambiar pero no tantos la convicción de hacerlo.

Fraseando a Toffler: “la característica de hoy es el cambio y más aún, la velocidad con que se sucede”, por ello en el nuevo entorno no es posible la extrapolación de situaciones pasadas para prever situaciones futuras, por ser éste diferente, entonces ¿para qué nos sirven gran parte de las experiencias y conocimientos adquiridos en el anterior entorno?, es algo que debemos cuestionarnos.

Insisto, estamos condenados al cambio continuo de nuestra forma de pensar y gestionar para adaptarnos al nuevo entorno, lograr sobrevivir, tener éxito y alcanzar nuestros objetivos y metas, y el mejor camino es adquiriendo permanentemente nuevos conocimientos y aplicando nuevas técnicas de gestión que nos permita adaptarnos a la mayor velocidad posible al nuevo escenario.

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